domingo, 7 de noviembre de 2010

EL PAPA EN EL PLANETA DE LOS MONTSERRATINOS




Es inadmisible que la televisión pública en manos ya, no sólo de los que gobiernan, sino de los que gobernarán dios mediante, si la razón no lo remedia, hayan dado una imagen tan pobre y zafia de una Catalunya, que siempre ha querido ser vendida como escaparate de modernidad y progreso.  Y con el dinero de todos, cifra exorbitante en tiempos de crisis. No creemos que los 150 millones, que según el alcalde Hereu se van a enterar de donde está Barcelona y la Sagrada Familia, como si hasta ahora hubiera sido un secreto de estado,  y cuyo poder adquisitivo no es para tirar al vuelo ni las campanas, porque la gran masa católica no suele caracterizarse por pasearse en Mercedes como su Padre, vayan a venir talonario en mano a contribuir a paliar los gastos de tan esperpéntico evento, que ha sido un fiasco lo mires por donde lo mires. Para muestra un botón, los ultracatólicos han venido con su mochila, el bocata y la botella de agua de casa, y no se han prodigado en la compra de souvenirs,  costes de tomarse lo de creced y multiplicaros demasiado a pecho en época de recortes.

Lo más rancio del catalanismo burgués católico, al que no le importa ver ondear su bandera junto con la que tachan de enemiga en la batalla electoral, bandera que besan con fruición cuando se trata de  adorar al becerro de oro o de servir al dios de la cruzada contra los laicos, se exhibió ufano. Laicos a los que orienta la iluminación de la razón, no la de las velas de sus santos. Laicos a los que consideran sus verdaderos enemigos porque aún les asiste el discernimiento y la capacidad crítica contraria a la sumisión de la fe, donde las vírgenes tienen hijos y donde el uno es trino y con este tres en uno lubrican su maquinaria de poder. Govern y Ajuntament han tendido puente de plata al enemigo, pero no para que huya, sino para que entre hasta la cocina, aunque puede ser que allí se esté cocinando un guiso sociovergente a lo Patxi.

Mientras tanto la Catalunya real, plural, progresista, que busca la democracia que brilla por su ausencia, salió a la calle desde sus diferentes postulados políticos y reivindicativos a decirle al papa que aquí ni se le espera, ni se le esperará.

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