Ratzinger a bordo de su veloz y monstruoso ML430 (vulgo, papa móvil) voló sobre el asfalto de Barcelona hacia el templo expiatorio para expiar los pecados de su Iglesia y los de sus colaboradores necesarios, los reyes, en loor de ¿multitudes? De multitud de policias que mostrando sus posaderas a Ratzinger controlaban que el aire no rozara tan rutilante artefacto vaticano.
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