Después de pedir que sacaran los rosarios de nuestros ovarios y de dejarnos de hostias acabamos en Passeig de Gràcia. Nos dirigimos un grupo de unas ocho personas hacia la Gran Vía buscando un asiento y algo de beber, pero nos topamos en nuestro camino con un nutrido grupo de Mossos d'Esquadra respaldados por sus coches y con su indumentaria de antidisturbios.
- ¡Por aquí no se pasa! nos comunicaron con excesiva autoridad.
Cambiamos de dirección hacia la bocacalle siguiente, allí también había un grupo de airosos mossos, más numeroso que los cuatro que íbamos en avanzadilla, también nos dijeron que nos volviéramos por donde habíamos venido. Una compañera que reside habitualmente en una república laica, con su ingenua creencia en la democracia catalana les explicó sonriente que lo único que deseábamos era buscar donde tomar un aperitivo, a lo que le contestaron:
- Usted no puede pasar con todo lo que lleva encima (una banderola del Jo no t'espero en la espalda).
Un compañero les preguntó que si no nos dejaban pasar era porque más arriba había integristas papistas dispuestos a atacarnos. Y nuestra compañera a la que se debería respetar las canas, aunque se conserve muy bien, comentó que sí ese era el caso allí estaban ellos para protegerlos. Le gritaron: déjese de coña y otro compañero tuvo que decir que era su hijo y disculpar a su madre diciendo que estaban de broma.
- ¡Por aquí no se pasa! nos comunicaron con excesiva autoridad.
Cambiamos de dirección hacia la bocacalle siguiente, allí también había un grupo de airosos mossos, más numeroso que los cuatro que íbamos en avanzadilla, también nos dijeron que nos volviéramos por donde habíamos venido. Una compañera que reside habitualmente en una república laica, con su ingenua creencia en la democracia catalana les explicó sonriente que lo único que deseábamos era buscar donde tomar un aperitivo, a lo que le contestaron:
- Usted no puede pasar con todo lo que lleva encima (una banderola del Jo no t'espero en la espalda).
Un compañero les preguntó que si no nos dejaban pasar era porque más arriba había integristas papistas dispuestos a atacarnos. Y nuestra compañera a la que se debería respetar las canas, aunque se conserve muy bien, comentó que sí ese era el caso allí estaban ellos para protegerlos. Le gritaron: déjese de coña y otro compañero tuvo que decir que era su hijo y disculpar a su madre diciendo que estaban de broma.
Cuando se aproximó el otro grupo de cuatro les dijeron lo mismo y un compañero le dijo que porqué no podían pasar a lo que le respondieron que si se quitaba la chapa y la pegatina que llevaba podría hacerlo. Insistió de nuevo y preguntó que porqué, a lo que el mosso le dijo: porque eso es ofensivo para el papa. El compañero insistió en que era increíble que le prohibieran su libre circulación por las calles de Barcelona bajo un argumento de tanto peso, mientras los de las banderas vaticanas campaban a sus anchas, a lo que le respondieron que eran órdenes.
Cosas de vivir en un estado aconfesional y no laico. Esperemos que alguien explique a los responsables de los mossos que están para proteger y servir a todos los ciudadanos y que si nos ponemos a hilar fino, somos más los que no esperamos al papa y por tanto el grupo mayoritario que paga sus salarios. Y si el ciudadano Ratzinger se ofende ante la laicidad que no venga, que ya le hemos dicho que no lo esperábamos.
En una sociedad en que la libertad de expresión se ve barrada por una chapa y una pegatina, totalmente inofensivas, que más nos queda por ver.
Cosas de vivir en un estado aconfesional y no laico. Esperemos que alguien explique a los responsables de los mossos que están para proteger y servir a todos los ciudadanos y que si nos ponemos a hilar fino, somos más los que no esperamos al papa y por tanto el grupo mayoritario que paga sus salarios. Y si el ciudadano Ratzinger se ofende ante la laicidad que no venga, que ya le hemos dicho que no lo esperábamos.
En una sociedad en que la libertad de expresión se ve barrada por una chapa y una pegatina, totalmente inofensivas, que más nos queda por ver.
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